Es
difícil creer que alguien hoy en día pueda considerar la literatura infantil
como un género menor.
Según
los datos del Instituto Nacional de Estadística, se editaron en 2012 unas 5.000
publicaciones infantiles. Esto supone
que de todas las publicaciones que tuvieron lugar el pasado año, un 7,2% estaban
destinadas a los niños (fuente: INE, Nota de prensa “Estadística de la
producción editorial 2012” 19 de marzo de 2013).
Del
total, sólo 3 de cada 10 obras son literarias. Sin embargo, en el caso de los
libros o folletos infantiles (aquellos que tienen menos de 50 páginas) este
porcentaje sube hasta un 81%. Desde luego, la literatura infantil es un género con
entidad propia, pero ¿a qué se debe?
No
cabe duda de que el ámbito escolar es fundamental, pero tanto o más aún lo es
el entorno doméstico. Como sucede en otros ámbitos, el ecosistema educativo que
forman familia, escuela y agentes externos tiene una influencia determinante en
que se demande literatura infantil. Y en este caso concreto, en nuestra opinión,
cada uno de los elementos que lo conforman tienen un peso similar, por lo que
los docentes y las familias tienen que tener comunicación y coordinar los
estímulos que ofrecen a los niños: contenidos, actividades, etc.
Vamos
a empezar por la familia. Bajo la doble visión de docente y madre, educadora al
fin y al cabo, es obvia la importancia de que los niños convivan de forma
natural con la literatura en sus hogares. Según el Anuario
Iberoamericano sobre el Libro Infantil y Juvenil 2012 de la editorial SM,
un 90% de la población se considera lectora y un destacable 98% de los
progenitores considera “fundamental” que sus hijos lean.
La
puerta de entrada a la literatura lo dan los niños a través de la
paraliteratura. Principalmente a través de los “cuentos para ir a dormir”, en
su mayoría cuentos folckóricos adaptados de distinta manera. Aquí debemos señalar
que los altísimos porcentajes del estudio de la editorial SM contrastan con un
dato preocupante que daba a conocer ABC a mediados de septiembre en el artículo
“Los
padres que leen un cuento a sus hijos todas las noches, en peligro de extinción”.
Según un estudio británico (no cita la fuente) sólo un 13% de los padres de
niños entre 0 y 7 años leen una historia a sus hijos antes de ir a dormir.
Otro
ejemplo claro son los numerosos libros editados con el fin de enseñar a los
niños de infantil los colores, las formas, a contar… o en primaria para
perfeccionar la lectoescritura, o enseñarles historia o ciencias naturales a
través de imágenes atractivas y textos narrados. Tienen un objetivo específico
más allá del meramente artístico y no cuentan una historia de ficción.
Distinguir literatura y paraliteratura ha sido uno de los aprendizajes de este
módulo, ya que no habíamos reparado en la diferencia antes de leer el bloque de
contenido sobre “Literatura infantil”
En
cualquier caso, se trate de literatura o paraliteratura, es importante que los
niños se familiaricen con los libros, de cara a sembrar el amor por la lectura,
crear hábitos y facilitar también la labor de los docentes.
Sería aconsejable
que los padres dediquen a leer a sus hijos, pero también a leer con
los niños. En este sentido, no nos referimos sólo a que lean juntos el mismo
cuento, sino también a que los niños vean a sus padres leer novelas, poesía… y
que se hable de lo que se lee como parte de las conversaciones familiares
habituales. ¿Por qué no contarle al niño la historia que estamos leyendo si
muestra curiosidad?
No es muy difícil convertir una novela interesante en un cuento
infantil, adaptando el lenguaje, la presentación de los personajes y los escenarios para que puedan ser relacionados por los niños con elementos que les resulten familiares. Nuestros últimos experimentos: Los Hijos de la Tierra de Jean M. Auel,
La Historia Interminable o Momo, de Michael Ende. El resultado es espectacular:
identificación con los protagonistas, indagación en los detalles, anticipación de
qué vendrá después… interés, al fin y al cabo.
Será
una recomendación que haré a los padres de mis alumnos, ya que los niños
reproducen los comportamientos que observan en sus referentes. Aprendizaje
vicario, en términos de Albert Bandura. Los hijos de padres que leen tendrán
más probabilidades de ser lectores a su vez, y la tarea de sus maestros será
sin duda más sencilla.
Y
con esto pasamos al ámbito escolar. La lengua y la literatura se han asentado
en los currículos de educación no sólo como materia, sino que la ley vigente
(Ley Orgánica de Educación 2006) establece la creación de hábitos de lectura
como uno de los objetivos de etapa de educación primaria, establece la
competencia lingüística como una de las prioridades transversales que los
alumnos deben trabajar e incluye un tiempo mínimo diario de 30 minutos de
lectura.
El
año pasado tuve la oportunidad de pasar unas semanas de prácticas en el Colegio
La Salle Maravillas (4º de primaria), donde cuentan con un programa de
comprensión lectora, un concurso anual de cuentos en los que participan todos
los ciclos de la etapa, talleres de teatro y diferentes iniciativas para animar
a la lectura. Todas las clases cuentan con su propia biblioteca. Uno de los
hábitos que más me llamó la atención (y lo guardé como nota mental para aplicar
en el futuro) es que los niños que iban llegando temprano a la clase, se
sentaban en sus sitios, sacaban un libro y se ponían a leer hasta que llegaba
el resto de compañeros, sonaba el timbre y comenzaba la clase.
No
se trata (sólo) de una manera de conseguir que los alumnos estén en silencio y
concentrados para cuando la maestra les daba los buenos días, sino que los
resultados se perciben en diferentes ámbitos.
En
primer lugar, directamente relacionados con la materia en sí: riqueza
lingüística y amplitud de vocabulario, corrección gramatical, buena capacidad
de expresión y altas dosis de creatividad.
Además,
la literatura infantil es una excelente herramienta educativa para facilitar el
aprendizaje de cualquier materia. Recuerdo que cuando cursaba sexto de EGB
aprendí toda la mitología griega porque escribí una obra de teatro en que los
personajes eran los dioses griegos y además interpreté a una de las parcas.
También conocí las costumbres de la España rural gracias a los textos en prosa
o verso de Machado o Lorca (aunque esto fue más bien en BUP).
Pero
mucho más allá del aprendizaje significativo de determinados datos o
informaciones, los distintos géneros literarios ayudan a los niños a practicar y mejorar aptitudes y destrezas que inevitablemente necesitarán en su vida
personal y profesional.
Los textos de ficción y las poesías llevan a los niños a lugares más allá de su realidad cotidiana, les ayudan a ampliar su universo, y les ayudan a desarrollar la imaginación, tan necesaria después para solucionar problemas de forma creativa. Lo expresa de maravilla esta frase, incluída en el programa de Liber, la Feria Internacional del Libro que tuvo lugar en octubre en Madrid Arena:
"La teletransportación existe.
Si no, que se lo pregunten a cualquier buen lector".
Además, la literatura contribuye a desarrollar la inteligencia emocional, tal y como se explica en el bloque cuando se hace referencia al niño protagonista en las novelas de autor. También a afrontar conflictos de valores y a aprender a diferenciar el bien del mal.
Participar en una obra teatral, con sus ensayos y representaciones, fomenta
la memoria, ayuda a los niños a socializarse y trabajar en equipo, ya que en
una compañía cada uno desempeña su papel al servicio de un proyecto global.
También a desarrollar la empatía, al ser capaces de ponerse en la piel de otros
personajes, con sus personalidades y opiniones, diferentes a las propias. Y
algo muy importante, a lo que no se presta suficiente importancia en los
currículos y los planes de estudio: a hablar en público ante un auditorio. Esta
es una práctica fundamental, porque después de abandonar el centro educativo
descubrirán que los exámenes más importantes de la vida no son por escrito.
Necesitarán saber defender sus proyectos, negociar contratos y persuadir a
otros de sus ideas.
A pesar de que cada género literario abre dimensiones diferentes al aprendizaje de los alumnos, es complicado encontrar un equilibrio a la hora de utilizar los tres en el aula. Sin duda, la variedad de recursos en prosa que poesía y teatro concebidos específicamente para niños de primaria.
Por
supuesto, el maestro debe ser consciente del contenido de las piezas que
plantea dentro de su aula, teniendo en cuenta la adecuación al tramo de edad,
los temas tratados, la calidad de la obra y las posibilidades que ofrece. Es
importante conocer de antemano los textos y realizar las correspondientes
propuestas didácticas para trabajar con unos objetivos definidos y poder
orientar correctamente a los alumnos.
Para no tener que recurrir a los libros "de siempre", el maestro o maestra puede encontrar ideas en algunas de estas webs, que informan sobre novedades en literatura infantil y juvenil:
Sitio web de la Asociación Española de Comprensión Lectora
En la sección Planeta Libros hay un apartado de Recomendados LIJ, donde se hace una breve ficha con título, autor, editorial, sinopsis y anotaciones, que pueden dar pistas sobre el atractivo e idoneidad del libro en cuestión.
También se pueden consultar los sitios web de editoriales, como Almadraba Infantil y Juvenil, o la editorial SM, agrupa sus recomendaciones y novedades por grupos de edad, con una sección específica que abarca toda la etapa de educación primaria (6-12 años). Además, tiene un buscador con dos criterios: edad y tipo de libro, con lo que es posible realizar una búsqueda más afinada. Permitidme decir que me ha hecho mucha ilusión hacer una búsqueda de un libro para 9 años (2º ciclo) basado en personajes, y he descubierto que Fray Perico sigue haciendo de las suyas en las librerías infantiles. Cosas que le hacen ilusión a una antigua lectora...
El grupo de investigación de literatura infantil y juvenil y educación literaria de la Universidad Autónoma de Barcelona también tiene una sección de recomendaciones en su web, en la que realizan sugerencias de libros en castellano y catalán, indicando la edad idónea de los destinatarios.
Son sólo algunas fuentes, pero googleando "novedades LIJ" sale una buena cantidad de referencias donde indagar.
Como conclusión, estoy de acuerdo con Irune, ofrecer un libro para su lectura ha de ser un regalo. Un regalo que se hace pensando en quien lo va a recibir, y la riqueza que de él va a extraer. Este es el reto que debe plantearse cada día un buen maestro.
Para la pregunta que planteamos en el título, entonces, sólo se nos ocurre una respuesta.
Literatura infantil, ¿herramienta educativa o regalo? AMBOS.
En primer lugar, me gustaría felicitarte por el artículo. Claro, conciso, bien fundamentado y serio. Aunque... ¿Quizás demasiado serio? Tal vez he echado en falta, a la hora de analizar lo que es la literatura para el niño, ese regalo que le hacemos (o que, a través de las bibliotecas, ya sean de aula, públicas o "caseras", él mismo se hace), un poco más de sangre, de piel, de ojos, de olores, de lágrimas, de risas, de viento, de agua, qué se yo, de vida. Porque, en mi opinión, cuando hablamos de literatura hablamos de vida. Un buen libro puede no ser solo una escalera hacia el maravilloso mundo de la imaginación o una poderosa herramienta educativa, sino que también puede convertirse en una inestimable "herramienta personal". Un pequeño bastón de papel, tinta y sentimientos en el que el niño puede apoyarse para así aprender a caminar solo y con el paso firme.
ResponderEliminarAún así, vuelvo a reiterar las felicitaciones. Académicamente no le encuentro más que un pero (aunque tal vez no sea más que una confusión por mi parte): me ha perecido entender que catalogas a los "cuentos para ir a dormir" como paraliteratura. Si es así, tengo que manifestar mi discrepancia. Los cuentos, sean para ir a dormir, a la playa, o al water, no son paraliteratura.
A mí, el artículo me ha parecido muy completo y lleno de sentimiento, ¡felicidades!
ResponderEliminarCon respecto a la duda que generáis ambos sobre si los cuentos son o no paraliterarios, creo que todo depende de la finalidad del mismo. Como bien nos dice nuestra maestra Irune en los apuntes y nos resumen Miriam, compañera de la universidad, en su blog:
"La Paraliteratura Didáctica, es un cuento que tiene como objetivo enseñar algún tipo de concepto a los niños de Primaria, que puede ser de tipo histórico o mitológico. La Paraliteratura Moralizante es, como su nombre indica, moralizante, como las fábulas.
La Literatura son libros sin ningún tipo de enseñanza, como los cuentos. En todo lo que leemos y vemos podemos sacar enseñanzas, sin embargo, en un cuento la intención no es esa."
http://wwwblogdemiriam-miri.blogspot.com.es/2013/01/reflexion-bloque-1.html
Por lo cual, mas que decir si es o no paraliterario, habrá que analizar cada cuento, para poder ver cual es el fin del mismo.
Saludos.
Gracias a los dos por vuestros comentarios. Eso significa que alguien se ha leído la entrada, y no cualquier "alguien" :)
ResponderEliminarRafa, realmente me has hecho reflexionar. La primera pauta para el artículo, si no entendí mal, era analizar la situación actual del tema a tratar. Hasta ahí, el análisis aséptico y los datos. Sin piel ni lágrimas ni vida. Estadística pura. Pero si en tu opinión no he sido capaz de transmitir mi pasión por la literatura y todos esos ingredientes que enumeras (y alguno más, yo añadiría) tengo que revisar mi autoconcepto como comunicadora. Releo mi texto y te doy la razón (no te acostumbres). Está escrito desde un punto de vista eminentemente práctico, el de la docente que utiliza la literatura como herramienta con millones de utilidades. Pero tal vez ha faltado resaltar la más importante, que leí en algún sitio hace unos días: la idea no es leer más para ser más culto, la idea es leer más para ser más feliz.
En cuanto al debate literatura-paraliteratura, como bien dice Javi, la clave está en la intencionalidad. Si el objetivo es moralizante, es paraliteratura. Consultado con Irune, porque para mí antes de entrar en los contenidos del bloque también eran literatura todos los cuentos folckóricos (que es una clasificación mucho más académica que los "cuentos para dormir" que utilizamos coloquialmente en casa, sólo era un guiño a cómo lo entienden los niños).
Un artículo excelente, desde luego, y cargado de ideas y sugerencias que me interesa comentar y contrastar contigo y con tus lectores.
ResponderEliminarVeo que el planteamiento de partida, es decir, la diferenciación entre una literatura meramente artística y una paraliteratura de carácter funcional y práctica, va a derramar ríos de tinta en vuestro grupo :)
Tu línea argumentativa refleja esta clave pero, a mi entender, es posible clarificar un poco más la situación. Durante siglos (de ahí todo el recorrido histórico que hemos visto en el módulo docente) la literatura infantil podía ser mejor o peor pero siempre era una herramienta educativa de carácter didáctico o moralizador. Se utilizara en la escuela o en casa, se leyera o se escuchara, los textos literarios siempre contenían una enseñanza práctica que el niño debía descubrir y hacer suya y tanto padres como maestros solían insistir en ella a través de actividades, moralejas (a veces inventadas y añadidas) o explicaciones sobre lo que "el libro quiere decir" o sobre "lo que el libro nos enseña".
A partir de los años 80 hay una especie de revolución entre los expertos en literatura infantil de toda Europa y América (maestros, filólogos, pedagogos, autores, libreros, editores, etc...) que reunidos en congresos, jornadas, seminarios y a través de publicaciones en revistas educativas y literarias claman por replantearse la situación y abandonar la idea de que la literatura es una herramienta educativa enfocada al "enseñar deleitando". A partir de ese momento, con el aval de la teoría literaria de la recepción (que pone el hincapié en la relación obra-lector y no tanto en la relación autor-obra) queda establecida la diferencia entre ciertos textos cuyo objetivo es enseñar conocimientos y valores y los textos propiamente literarios que, aun cuando vayan destinados a los niños, deben asentarse en los mismos planteamientos y objetivos en los que se asienta la literatura de adultos. Estos textos contienen enseñanzas, por supuesto, igual que la vida, pero no son enseñanzas explícitas que todos los lectores tienen que "sacar" y aplicar a sus vidas. De esta forma cambia también el papel del mediador entre la literatura y el niño y el objetivo de la lectura de textos literarios en la escuela.
Todo lo que se lee favorece, obviamente, el desarrollo de las habilidades lingúísticas en general (ampliación del vocabulario, conocimiento de estructuras morfosintácticas...) y escritas en particular (comprensión literal-objetiva de un texto escrito). Realmente la escuela debería enseñar a leer de forma específica los diferentes tipos de textos haciendo hincapié en los aspectos que hay que tener en cuenta para enfrentarse a ellos. Pero precisamente la literatura, con todo su carácter simbólico y de expresión de la subjetividad que llega al lector también de forma subjetiva y le apela para hacer una lectura personal, es el tipo de texto menos indicado para realizar actividades y análisis objetivos encaminados a un aprendizaje práctico, ya sea dentro del ámbito del desarrollo lingüístico o de las temáticas concretas que se tratan en cada una de las obras.
Uno de los temas más recurrentes en los artículos y congresos sobre literatura infantil en los 90 hacía referencia a cómo la escuela mataba el gusto innato por la literatura uniformando la comprensión lectora de los niños y obligándoles a dar cuenta de lo que habían comprendido a partir de preguntas cerradas que apenas tenían en cuenta el carácter simbólico de los textos y la posibilidad de generar diferentes respuestas y/o visiones en los lectores.
Las buenas (también las hay muy muy malas) guías de lectura que las editoriales ponen a disposición de los maestros hoy, ya no se encaminan a comprobar si los niños recuerdan los hechos de la historia o a "hacerles ver" lo que el autor quiere decir en tal o cual capítulo sino a favorecer el desarrollo de una comprensión real tal y como se define en las bases de los informes internacionales como PIRLS o PISA: "El lector aporta a la comprensión todos sus conocimientos previos: estrategias de lectura, esquemas de pensamiento, sistema de valores, conocimientos sociales, culturales, etc. que se suman al significado literal del texto para componer el constructo que llamamos comprensión. Comprender no es poder repetir lo que dice un texto ni siquiera con las propias palabras. Comprender significa interpretar lo leído a partir de unos conocimientos, unas intenciones y unas expectativas intelectuales y/o afectivas. (Moreno, 2003)" Básicamente se trata de enseñar a los niños a reflexionar sobre lo leído de una forma personal y a respetar las reflexiones de otros que, tal vez, no se ajustan a la propia. Y el primero que ha de respetar esas "lecturas" siempre que sean argumentadas, es el maestro.
ResponderEliminarSi es a eso a lo que te refieres cuando hablas de la literatura como herramienta educativa, estoy de acuerdo al 100%. Pero sé que no todos los maestros entienden lo mismo cuando defienden el uso de la literatura como herramienta y lo normal es que limiten sus posibilidades a los meros aprendizajes prácticos. De esta forma, un texto literario se convierte al instante en un texto paraliterario... no por la intencionalidad del autor sino por la intencionalidad del maestro. (Aquí me remito a lo que comenta Rafa: un cuento de antes de dormir puede convertirse en un texto paraliterario si los padres lo cuentan enfocándolo a que el niño aprenda contenidos y valores... del mismo modo que Perrault convirtió textos literarios folclóricos en paraliterarios incluyendo moralejas). Y el resultado es dramático: muchos niños salen de Primaria odiando la literatura (¿cómo se puede odiar la literatura, por dios....!!!!!) y los informes internacionales nos sacan los colores continuamente porque el trabajo que estamos realizando en las aulas no se enfoca a la comprensión real sino a la memoria y a la mera comprensión global del relato. Todo esto daría pie a realizar una crítica de cómo usamos en las escuelas españolas los textos literarios y de cómo acometemos la comprensión de textos en general y de textos literarios en particular.
A parte de todo este rollo, para que tu artículo esté perfecto, deberías dedicar al menos un par de párrafos a dos cuestiones que solo has esbozado: la conciencia de que existen tres géneros literarios y que no todos se trabajan con igual interés en la escuela y la necesidad de que el maestro realice una buena selección de libros adecuados y motivadores para sus alumnos que se ajusten a sus inquietudes y necesidades evolutivas y que apelen a su propio desarrollo emocional tanto individual como social... básicamentem el objetivo de la actividad práctica de este bloque.
Procura que tus artículos (que no deben dejar de lado la gran carga emocional que se merece la asignatura tal y como comenta Rafa) tengan, en algún momento, una crítica a algunos aspectos de la situación actual (por eso os aconsejo en la guía que partáis de conocimientos y experiencias previas con especial atención a lo visto en las prácticas o en los colegios de vuestros hijos, sobrinos, etc...) y, sobre todo, dejen claro cómo vas a abordar tú el tema central de cada bloque cuando seas tutora de un grupo de Primaria.
ResponderEliminarNo voy a detenerme aquí en comentar aspectos de didáctica (actividades a realizar) que veremos en los bloques 4 y 5, pero recuerda citar y referenciar las fuentes que uses y añadir al final (o durante tu argumentación si viene al caso) enlaces prácticos recomendados sobre el tema en cuestión. En el caso del bloque 1, por ejemplo, sería interesante enlazar alguna página que nos permita estar al tanto de las novedades editoriales para poder realizar una preselección de libros antes de leerlos, analizarlos y elegirlos para nuestros alumnos.
Gracias también por todos los comentarios. La verdad es que es un poco complicado explicar las ideas sobre cómo plantear el uso de la literatura infantil en el aula sin entrar en aspectos didácticos. Sólo se me ocurre desde el punto de vista de la fe. Al hilo de tu comentario a la entrada de La primera palabra de Mara ("pero cómo se puede odiar la literatura, ¡por dios!) y en contraposición al título del post de Iñaki "La poesía es un tostón del cuatro" (¡¡¿¿perdona??!!). Yo no concibo la educación sin inquietud, sin imaginación... y ésta se alimenta en gran medida gracias a la lectura primero, y la escritura, después, de textos literarios. Ojo, tanto de los alumnos como de los maestros.
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