He terminado cayendo en la tentación de hacer lo mismo que Iñaki, un
repaso cronológico por mi andadura como lectora en lo que a literatura española
se refiere. No tenía que haber leído su artículo antes, porque ahora estoy
condicionada al escribir el mío.
Y es que los que hicimos EGB hemos leído, mucho, muchísimo.
Estoy segura de que el trabajo sobre este bloque nos ha resultado mucho más
llevadero que a la generación LOGSE, y no es que quiera entrar en polémica.
En mi caso personal, tuve dos excelentes profesores de literatura
en BUP y COU, Rafa y Celia, que nos ayudaron a disfrutar de todo lo que, por
programación, teníamos que leer. Como decía, era mucho, y a veces no
especialmente alineado con lo que nos podía apetecer más. Aunque ya es sabido que
la literatura me apasiona y siempre me ha apetecido prácticamente todo.
Otro aspecto en el que también he tenido mucha suerte, y
seguramente influye en lo que acabo de afirmar, es que en mi casa se ha leído,
y se lee; cantidad y calidad. La literatura ha formado parte de mi infancia, y
ha sido al leer este bloque sobre el recorrido histórico de la literatura
española cuando me he dado cuenta.
Mi abuelo recitaba de principio a fin textos de Espronceda,
Bécquer, obras de teatro completas… haciendo gala de una memoria envidiable. Algunos
fragmentos que forman parte de recuerdos muy queridos van desde el:
Ay mísero de mí, ay infelice
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
(La vida es sueño,
Calderón de la Barca, 1635)
al:
… Es que tu inocencia
ignora
que, a más de una hora, señora,
las siete y media es un juego.
¿Un juego?...
...Y un juego vil
que no hay que jugarlo a ciegas,
pues juegas cien veces, mil,
y de las mil, ves febril
Que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Mas ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!
(La venganza de Don
Mendo, Pedro Muñoz Seca, 1918)
Con estos hábitos en casa, mi profesora de lengua de 8º de EGB debió de alucinar bastante cuando nos pidió representar un poema y yo, no sé
muy bien cómo, engañé a dos compañeras para interpretar “A buen juez, mejor testigo”, el texto de José Zorrilla sobre
la leyenda del Cristo de la Vega de Toledo.
Así que ahora miro a la estantería y me siento bastante orgullosa
de ver obras clásicas, como “El Lazarillo de Tormes”, el “Libro de Buen Amor”
de El Arcipreste de Hita o “La Celestina” de Fernando de Rojas; no falta el
Quijote de Cervantes (que voluntariamente pedí un año a los Reyes Magos) o una edición de “La vida es sueño” que tantas veces
escuché recitar a mi abuelo.
También hay algunas obras de la Generación del 98, como “La
tía Tula” o una de mis favoritas, “San Manuel Bueno, Mártir”, de Miguel de
Unamuno, o las “Soledades, galerías y otros poemas” de Antonio Machado. Siempre
he sido más de Antonio que de Manuel, y siempre más del 98 que del 27, pero me
fascinan Lorca o Valle Inclán. Por ahí andan “Ancia” de Blas de Otero, las
obras completas de Lorca y “Sombra del paraíso”, de Vicente Aleixandre, entre
otros.
Al repasar mi experiencia en contacto con la literatura española, el teatro ocupa un lugar importantísimo. En COU representamos "La casa de Bernarda Alba" como obra de
fin de curso. Un texto impactante que remueve las entrañas. Y hace poco más de
un año me quedaba impactada con lo actual que resulta el trascurso de la última
noche de Max Estrella en Luces de Bohemia. Si Don Ramón hubiera vivido hoy día
la podría haber reescrito sin cambiar una coma.
No soy capaz de recordar todas las obras de teatro que he visto, ya sea en salidas con el colegio, con familia o, ya más adulta, con pareja o amigos. Al menos he visto tres
adaptaciones Don Juan Tenorio (aparte de las veces que la he visto en casa,
cuando en la tele emitían teatro), múltiples versiones de los textos de Lope de
Vega, varias de Jardiel Poncela, y muchas de las mencionadas anteriormente.
Algunas han dejado una huella imborrable, otras las recuerdo
en general y de algunas no queda ni rastro en mi memoria consciente. Pero puedo
decir que las he leído todas y alguna más, y que eso forma parte esencial de mi
bagaje como lectora, ha influido en mi manera de escribir y ha contribuido
enormemente a mi cultura general.
La literatura nos ayuda a entender la historia, el contexto
social, la verdad del día a día a través de las minuciosas descripciones de los
naturalistas (para gustos…) o los regates a la censura de la poesía onírica del
27. Y sobre todo, la intrahistoria, que decía Unamuno, que es la que teje la
realidad de la que sólo conocemos los grandes capítulos que quedaron escritos
en los libros de historia.
Incluso encontramos en la literatura actual alguna retrospectiva
que encuadra una buena trama de intriga aderezada con pinceladas románticas en un
contexto histórico que nos ayuda a conocer un poco mejor nuestros orígenes.
“Dime quién soy”, de Julia Navarro, “Cuando leas esta carta”, de Vicente
Gramaje o “El tiempo entre costuras”, de María Dueñas, son buenos ejemplos,
aunque hay muchos más.
Trabajar la literatura española en las aulas de primaria es
perfectamente posible, si somos capaces de seleccionar los textos para que las
temáticas resulten interesantes y apropiadas para los niños. No se nos
ocurriría trabajar La Celestina, por ejemplo, pero sí “El Lazarillo” o “El
perro del hortelano”, por poner dos ejemplos. Hay vida para los maestros de primaria más allá de “Platero y
yo” :)
Las tertulias literarias que comentábamos en un post
anterior son una buena manera de acercar muchos textos a los niños.
También podemos
hacer un trabajo transversal entre conocimiento del medio y literatura,
haciendo por ejemplo una línea del tiempo de la historia de España marcando los hitos con
obras literarias (estoy pensando en lo que podría disfrutar Pilar Relaño con
una actividad así).
Y podemos incentivar su interés por la lectura gracias
a las nuevas tecnologías. Un profesor de ESO de un colegio de Álava tuvo la
idea de utilizar Twitter para enseñar a sus alumnos a resumir, creando el
perfil @ElQuijoTweet. Aquí podéis leer una entrevista que le hicieron donde explica el proyecto.
Aunque esta iniciativa fue criticada por algunos puristas,
el hecho es que los niños encontraron mucho más motivante leer las aventuras
del hidalgo, que si el profesor simplemente les hubiera pedido hacer un resumen
de un capítulo en un folio. Tener que extractar en 140 caracteres un texto del
libro de Cervantes les obligaba a esforzarse por comprender, extraer las ideas
principales y diferenciarlas de las secundarias, elaborar una frase bien
estructurada que encerrase la esencia de la enseñanza. Desarrolla tanto las
habilidades de recepción y comprensión como de síntesis y expresión escrita. En
mi opinión, es un gran ejercicio. Esta
práctica fue premiada por el Ministerio de Educación con el "Sello Buena
Práctica Educativa Iberoamericana".
En mi aula, desde luego, no faltarán las dramatizaciones y
representaciones teatrales. Ya expusimos todo lo que éstas aportan a los niños en
La literatura infantil, ¿herramienta educativa o regalo?, y cito textualmente:
Participar en una obra teatral, con sus ensayos y
representaciones, fomenta la memoria, ayuda a los niños a socializarse y
trabajar en equipo, ya que en una compañía cada uno desempeña su papel al
servicio de un proyecto global. También a desarrollar la empatía, al ser
capaces de ponerse en la piel de otros personajes, con sus personalidades y
opiniones, diferentes a las propias. Y algo muy importante, a lo que no se
presta suficiente importancia en los currículos y los planes de estudio: a
hablar en público ante un auditorio. Esta es una práctica fundamental, porque
después de abandonar el centro educativo descubrirán que los exámenes más
importantes de la vida no son por escrito.
Como maestros, debemos ser capaces de tener imaginación y
utilizar cualquier herramienta o técnica que esté a nuestro alcance para
sembrar en nuestros alumnos el amor por la poesía, el teatro y la prosa de
nuestra literatura, una de las más ricas del mundo.
¡Qué bueno amiga!. yo me senté ante el módulo y ante la mente en blanco dejé paso al recuerdo,a lo emocionalcomo dijo la amiga Piluca, al final el que lee tiene historia, y la historia son secuencias de vivencias. Me ha encantado el escrito. Besos!!
ResponderEliminarIñaki
Gracias Iñaki! Irune dirá que no he citado las fuentes utilizadas para escribir el artículo, pero como bien dices, está escrito desde las vivencias de los textos, no he recurrido a ninguna fuente más que a los textos mencionados para elaborarlo.
ResponderEliminarPor cierto, buscando opciones de ocio para las navidades, he encontrado que el Teatro Victoria está programando tanto La Venganza de Don Mendo como La vida es sueño... por si alguien se anima: http://www.teatrovictoria.net/
Perfecto el artículo. No te puedo decir nada de que cites la bibliografía si no has consultado bibliografía... :D pero sí es necesario que incluyas links de interés sobre el tema (experiencias con niños sobre literatura clásica, semanas culturales, información sobre webquests, páginas donde pueden leerse y descargarse textos clásicos de forma gratuita...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu artículo. Creo que haces un recorrido muy interesante citando autores y obras muy representativas de los diferentes períodos. Me parece muy interesante tu reflexión sobre cómo la literatura nos ayuda a conocer la historia , el contexto social y sobre todo la intrahistoria.
ResponderEliminarAna Marta Rodríguez
Una manera muy original de tratar el tema. ¡Qué bonita estantería!
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