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domingo, 29 de diciembre de 2013

Literatura española. Lo mejor de lo mejor.

He terminado cayendo en la tentación de hacer lo mismo que Iñaki, un repaso cronológico por mi andadura como lectora en lo que a literatura española se refiere. No tenía que haber leído su artículo antes, porque ahora estoy condicionada al escribir el mío.

Y es que los que hicimos EGB hemos leído, mucho, muchísimo. Estoy segura de que el trabajo sobre este bloque nos ha resultado mucho más llevadero que a la generación LOGSE, y no es que quiera entrar en polémica.

En mi caso personal, tuve dos excelentes profesores de literatura en BUP y COU, Rafa y Celia, que nos ayudaron a disfrutar de todo lo que, por programación, teníamos que leer. Como decía, era mucho, y a veces no especialmente alineado con lo que nos podía apetecer más. Aunque ya es sabido que la literatura me apasiona y siempre me ha apetecido prácticamente todo.

Otro aspecto en el que también he tenido mucha suerte, y seguramente influye en lo que acabo de afirmar, es que en mi casa se ha leído, y se lee; cantidad y calidad. La literatura ha formado parte de mi infancia, y ha sido al leer este bloque sobre el recorrido histórico de la literatura española cuando me he dado cuenta.

Mi abuelo recitaba de principio a fin textos de Espronceda, Bécquer, obras de teatro completas… haciendo gala de una memoria envidiable. Algunos fragmentos que forman parte de recuerdos muy queridos van desde el:

Ay mísero de mí, ay infelice
Apurar, cielos, pretendo, 
ya que me tratáis así 
qué delito cometí 
contra vosotros naciendo; 
aunque si nací, ya entiendo 
qué delito he cometido. 
Bastante causa ha tenido 
vuestra justicia y rigor; 
pues el delito mayor 
del hombre es haber nacido.


(La vida es sueño, Calderón de la Barca, 1635)

al:

… Es que tu inocencia ignora

que, a más de una hora, señora,

las siete y media es un juego.

¿Un juego?...

...Y un juego vil

que no hay que jugarlo a ciegas,

pues juegas cien veces, mil,
y de las mil, ves febril
Que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Mas ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!


(La venganza de Don Mendo, Pedro Muñoz Seca, 1918)


Con estos hábitos en casa, mi profesora de lengua de 8º de EGB debió de alucinar bastante cuando nos pidió representar un poema y yo, no sé muy bien cómo, engañé a dos compañeras para interpretar “A buen juez, mejor testigo”, el texto de José Zorrilla sobre la leyenda del Cristo de la Vega de Toledo.

Así que ahora miro a la estantería y me siento bastante orgullosa de ver obras clásicas, como “El Lazarillo de Tormes”, el “Libro de Buen Amor” de El Arcipreste de Hita o “La Celestina” de Fernando de Rojas; no falta el Quijote de Cervantes (que voluntariamente pedí un año a los Reyes Magos) o una edición de “La vida es sueño” que tantas veces escuché recitar a mi abuelo.



También hay algunas obras de la Generación del 98, como “La tía Tula” o una de mis favoritas, “San Manuel Bueno, Mártir”, de Miguel de Unamuno, o las “Soledades, galerías y otros poemas” de Antonio Machado. Siempre he sido más de Antonio que de Manuel, y siempre más del 98 que del 27, pero me fascinan Lorca o Valle Inclán. Por ahí andan “Ancia” de Blas de Otero, las obras completas de Lorca y “Sombra del paraíso”, de Vicente Aleixandre, entre otros.

Hay piezas muy diversas, como una selección de poemas de G.A. Bécquer, "Miau", de Pérez Galdós (un ejemplo de realismo de finales del siglo XIX, en plena Restauración de los borbones), o "El bosque animado" (literatura gallega de posguerra), de Wenceslao Fernández Flórez. También hay obras del teatro desternillante de Mihura ("Tres sombreros de Copa") y Jardiel Poncela ("Eloísa está debajo de un almendro", "Las cinco advertencias de Satanás"). Incluso soy consciente de haber leído bastante de Cela, Delibes, Luca de Tena, Martín Vigil, aunque no se dónde habré puesto los libros.

Al repasar mi experiencia en contacto con la literatura española, el teatro ocupa un lugar importantísimo. En COU representamos "La casa de Bernarda Alba" como obra de fin de curso. Un texto impactante que remueve las entrañas. Y hace poco más de un año me quedaba impactada con lo actual que resulta el trascurso de la última noche de Max Estrella en Luces de Bohemia. Si Don Ramón hubiera vivido hoy día la podría haber reescrito sin cambiar una coma.

No soy capaz de recordar todas las obras de teatro que he visto, ya sea en salidas con el colegio, con familia o, ya más adulta, con pareja o amigos. Al menos he visto tres adaptaciones Don Juan Tenorio (aparte de las veces que la he visto en casa, cuando en la tele emitían teatro), múltiples versiones de los textos de Lope de Vega, varias de Jardiel Poncela, y muchas de las mencionadas anteriormente.

Algunas han dejado una huella imborrable, otras las recuerdo en general y de algunas no queda ni rastro en mi memoria consciente. Pero puedo decir que las he leído todas y alguna más, y que eso forma parte esencial de mi bagaje como lectora, ha influido en mi manera de escribir y ha contribuido enormemente a mi cultura general.

La literatura nos ayuda a entender la historia, el contexto social, la verdad del día a día a través de las minuciosas descripciones de los naturalistas (para gustos…) o los regates a la censura de la poesía onírica del 27. Y sobre todo, la intrahistoria, que decía Unamuno, que es la que teje la realidad de la que sólo conocemos los grandes capítulos que quedaron escritos en los libros de historia.

Incluso encontramos en la literatura actual alguna retrospectiva que encuadra una buena trama de intriga aderezada con pinceladas románticas en un contexto histórico que nos ayuda a conocer un poco mejor nuestros orígenes. “Dime quién soy”, de Julia Navarro, “Cuando leas esta carta”, de Vicente Gramaje o “El tiempo entre costuras”, de María Dueñas, son buenos ejemplos, aunque hay muchos más.

Trabajar la literatura española en las aulas de primaria es perfectamente posible, si somos capaces de seleccionar los textos para que las temáticas resulten interesantes y apropiadas para los niños. No se nos ocurriría trabajar La Celestina, por ejemplo, pero sí “El Lazarillo” o “El perro del hortelano”, por poner dos ejemplos. Hay vida para los maestros de primaria más allá de “Platero y yo” :)

Las tertulias literarias que comentábamos en un post anterior son una buena manera de acercar muchos textos a los niños. 

También podemos hacer un trabajo transversal entre conocimiento del medio y literatura, haciendo por ejemplo una línea del tiempo de la historia de España marcando los hitos con obras literarias (estoy pensando en lo que podría disfrutar Pilar Relaño con una actividad así).

Y podemos incentivar su interés por la lectura gracias a las nuevas tecnologías. Un profesor de ESO de un colegio de Álava tuvo la idea de utilizar Twitter para enseñar a sus alumnos a resumir, creando el perfil @ElQuijoTweet. Aquí podéis leer una entrevista que le hicieron donde explica el proyecto. 

Aunque esta iniciativa fue criticada por algunos puristas, el hecho es que los niños encontraron mucho más motivante leer las aventuras del hidalgo, que si el profesor simplemente les hubiera pedido hacer un resumen de un capítulo en un folio. Tener que extractar en 140 caracteres un texto del libro de Cervantes les obligaba a esforzarse por comprender, extraer las ideas principales y diferenciarlas de las secundarias, elaborar una frase bien estructurada que encerrase la esencia de la enseñanza. Desarrolla tanto las habilidades de recepción y comprensión como de síntesis y expresión escrita. En mi opinión, es un gran ejercicio.  Esta práctica fue premiada por el Ministerio de Educación con el "Sello Buena Práctica Educativa Iberoamericana".

En mi aula, desde luego, no faltarán las dramatizaciones y representaciones teatrales. Ya expusimos todo lo que éstas aportan a los niños en La literatura infantil, ¿herramienta educativa o regalo?, y cito textualmente:

Participar en una obra teatral, con sus ensayos y representaciones, fomenta la memoria, ayuda a los niños a socializarse y trabajar en equipo, ya que en una compañía cada uno desempeña su papel al servicio de un proyecto global. También a desarrollar la empatía, al ser capaces de ponerse en la piel de otros personajes, con sus personalidades y opiniones, diferentes a las propias. Y algo muy importante, a lo que no se presta suficiente importancia en los currículos y los planes de estudio: a hablar en público ante un auditorio. Esta es una práctica fundamental, porque después de abandonar el centro educativo descubrirán que los exámenes más importantes de la vida no son por escrito.

Como maestros, debemos ser capaces de tener imaginación y utilizar cualquier herramienta o técnica que esté a nuestro alcance para sembrar en nuestros alumnos el amor por la poesía, el teatro y la prosa de nuestra literatura, una de las más ricas del mundo.


5 comentarios:

  1. ¡Qué bueno amiga!. yo me senté ante el módulo y ante la mente en blanco dejé paso al recuerdo,a lo emocionalcomo dijo la amiga Piluca, al final el que lee tiene historia, y la historia son secuencias de vivencias. Me ha encantado el escrito. Besos!!
    Iñaki

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  2. Gracias Iñaki! Irune dirá que no he citado las fuentes utilizadas para escribir el artículo, pero como bien dices, está escrito desde las vivencias de los textos, no he recurrido a ninguna fuente más que a los textos mencionados para elaborarlo.

    Por cierto, buscando opciones de ocio para las navidades, he encontrado que el Teatro Victoria está programando tanto La Venganza de Don Mendo como La vida es sueño... por si alguien se anima: http://www.teatrovictoria.net/

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  3. Perfecto el artículo. No te puedo decir nada de que cites la bibliografía si no has consultado bibliografía... :D pero sí es necesario que incluyas links de interés sobre el tema (experiencias con niños sobre literatura clásica, semanas culturales, información sobre webquests, páginas donde pueden leerse y descargarse textos clásicos de forma gratuita...

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  4. Me ha gustado mucho tu artículo. Creo que haces un recorrido muy interesante citando autores y obras muy representativas de los diferentes períodos. Me parece muy interesante tu reflexión sobre cómo la literatura nos ayuda a conocer la historia , el contexto social y sobre todo la intrahistoria.
    Ana Marta Rodríguez

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  5. Una manera muy original de tratar el tema. ¡Qué bonita estantería!

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