El folklore, y como parte imprescindible de él, la literatura folklórica, forma parte de nuestra vida. Todos conocemos cuentos, canciones, villancicos, refranes, dichos, fábulas… que alguien nos ha contado en algún momento de nuestra infancia. No sabemos quién los inventó... o pensamos por puro desconocimiento que tal cuento fue escrito por Perrault o tal otro por los hermanos Grimm, o que esta canción era de Rosa León y ahora la cantan los Cantajuego. La mayoría de este conocimiento nos viene de casa, nos los han contado nuestros padres y abuelos, o nos lo han enseñado en el patio del colegio (rara vez dentro del aula). Muchos otros han llegado a nuestras manos en forma de cuentos impresos, y algunos incluso los hemos visto adaptados a la gran pantalla en adaptaciones más o menos fieles, y más o menos infantiles.
Es muy posible que esos cuentos, dichos y canciones los
hayamos oído de diferentes maneras. No sabemos quién los creó, pero los
conocemos.
¿Cómo sucede? Tal vez la respuesta esté en esa memoria ancestral que subyace en el “inconsciente colectivo,
creador de imágenes hereditarias” en palabras de Jung. O posiblemente, en la
propia cualidad social del ser humano, que necesita compartir historias. Desde
el Neolítico hasta nuestros días, hemos viajado y hemos compartido sucesos,
transmitido conocimiento y todo ello elaborado de forma literaria, bella y dramática.
Con esta introducción hemos querido resaltar las tres
características esenciales del folklore: la transmisión oral, el anonimato y variedad
de versiones, que son las tres ideas que deben quedar como poso del estudio de
este bloque.
Como docentes, debemos considerar la literatura folklórica
como un gran recurso para fomentar el desarrollo intelectual de nuestros
alumnos, por un lado, y sus habilidades de socialización, por otro.
El contacto con la literatura folklórica se produce desde
los primeros momentos de la vida de un bebé. Se hace de forma no intencional
(no se le canta una nana a un niño para que sea más inteligente), pero el hecho
es que es un ingrediente fundamental del desarrollo cognitivo y del aprendizaje
de los niños.
Tal y como afirmaba Vygotski, uno de los grandes
teóricos de la psicología del desarrollo, desarrollo y aprendizaje se producen
a través de la actividad mediada. Es decir, que el aprendizaje es un proceso social, en el que la
comunicación oral en los primeros años de vida juega un papel fundamental. Las
nanas, las retahílas, las fórmulas de sorteo, las canciones que se utilizan
para que los bebés sean conscientes de las partes de su cuerpo (“Cinco
lobitos”, “Con mi dedito digo sí, sí”)… el folklore transmitido a través de la
palabra, en resumen, forman parte inherente de esta comunicación que se produce
en el seno familiar y que contribuye a la estimulación psicológica temprana.
Carmen Bravo-Villasante, en el prólogo de “Una,
dola, tela, catola, el libro del folklore infantil” (Ed. Miñón, 1976), lo
expresa así: “la educación estética por medio del folkolre afina la
sensibilidad, que es inseparable de la inteligencia; los niños criados sin
canciones, sin cuentos, sin poesía, son niños más pobres espiritualmente que
los otros”. Esto es así porque, volviendo a Vygotski, las condiciones
socio-culturales de vida influyen en el desarrollo de los procesos psicológicos
superiores, empezando por la capacidad perceptiva y el desarrollo fonético y
fonológico (“Cucú, cantaba la rana…” “Mambrú se fue a la guerra…” “Pim-Pom es
un muñeco”), la atención y la memoria (“Estaba la rana sentada cantando debajo
del agua…” “Suena la 1, vuela la luna….”, y de ahí permite evolucionar hacia el
pensamiento más abstracto, el razonamiento y la solución de problemas.
Estos primeros contactos con el folklore se producen
fundamentalmente a través de la poesía, que casi siempre va acompañada de melodías
o al menos de una entonación con una cadencia bien marcada. A medida que los
niños van creciendo, su capacidad de comprensión va aumentando y también su
curiosidad y su imaginación, la prosa va ganando terreno. Hablamos de último
curso de infantil o primero de primaria.
Las fábulas,
los cuentos, las leyendas y los mitos empiezan a formar parte del repertorio.
En este caso, la estimulación cognitiva se complementa con otro tipo de retos a
los que se expone el niño: la identificación con un/a protagonista, distinguir
el bien del mal, afrontar dilemas morales… todo ello en contextos fantásticos
que alimentan su imaginación.
Las fábulas se
utilizan fundamentalmente para trabajar los valores. Presentan personajes
polarizados con una intención clara que, para más inri, queda explicitada a
través de las moralejas, en las que el autor deja bien claro la enseñanza moral
que tiene que extraer el lector. Esto quita a los niños la posibilidad de
interpretar por sí mismos, elaborar sus propias conclusiones o encontrar
soluciones no convencionales. En cualquier caso, hay numerosas recopilaciones de fábulas, de Iriarte, Samaniego o Lafontaine, como la de la editorial Susaeta, que cuentan con
ilustraciones atractivas y ofrecen las fábulas clasificadas por temáticas
(tacaños y avaros, miedosos, esfuerzo, mentiras, etc.), que resultan atractivas
para los niños.
Mucho más
potencial para ofrecer a los niños tienen los cuentos o las leyendas. De igual
forma que en la iniciativa de las tertulias literarias que comentábamos en el
post anterior, donde los niños conectaban los temas que se trataban en las
obras de la literatura clásica universal con su realidad cotidiana, los cuentos
y las leyendas ofrecen numerosas posibilidades para trabajar en el aula.
No voy a
extenderme en los beneficios que tienen los cuentos para los niños, sino que voy
a pedir prestada la infografía de Irune Labajo incluída en su trabajo Simbología de los
cuentos folklóricos.
También el
folklore en verso tiene su importancia en esta etapa. A partir de los 5-6 años,
los juegos en grupo cumplen una función importantísima para que los niños se
integren socialmente y aprendan la importancia de las normas. El folklore en
verso forma parte inseparable de este aspecto lúdico: canciones de
cuerda (Al cocherito leré..), corro (Viva la media naranja…), fórmulas para
sortear (Una- dola, Pinto-pinto…) y otros juegos (A la sillita la reina, que
nunca se peina…)
Hay numerosas
webs con recursos folklóricos infantiles, pero ésta es la que hemos encontrado
más completa: http://www.elhuevodechocolate.com/
En las prácticas realizadas el año
pasado en el colegio Maravillas fui testigo de una iniciativa que me pareció
muy interesante: los juegos tradicionales. Toda la etapa de Primaria estaba
involucrada en este proyecto. Cada día juegan a
dos juegos diferentes durante media hora. Son juegos “de toda la vida”: la
rayuela, las chapas, el balón prisionero, tres en raya, etc. Es una manera de
conservar el conocimiento de juegos de siempre, conectarles con sus raíces
culturales, al tiempo que se trabajaba el aprendizaje cooperativo y el trabajo
en equipo, ya que los alumnos de tercer ciclo actuaban como coordinadores de
los grupos de primer y segundo ciclo, explicándoles las reglas y haciendo de
“jueces” de los juegos.
Nos falta hablar, por último, del teatro folklórico. Apenas
se trabaja en el aula y es una lástima. Es relativamente sencillo que los
alumnos elaboren sus propias marionetas (incluso los títeres), así como los
teatrillos. El guiñol no es ni mucho menos un género en desuso, y por supuesto
no sólo para niños. De hecho, figuras de guiñol se utilizan como recurso
satírico en teatro y televisión, como por ejemplo en el premiado musical Avenue
Q, aparte de los shows de marionetas que se citan en el bloque, como The muppet
show de Jim Henson.
Es un
hecho que los niños adoran el teatro de títeres. La estructura argumental
basada en la Commedia dell arte funciona de maravilla con los niños, que se
sienten parte fundamental del espectáculo porque de ellos depende avisar “al
bueno” cuando viene la bruja o el villan, o le ayudan a dirigir sus pasos para recuperar el objeto robado. Y hago la afirmación con conocimiento de causa. Además de haber sido testigo de varias
actuaciones de títeres en el parque del Retiro, hace años tuve la oportunidad
de participar en un par de proyectos de comunicación que utilizaban el guiñol
como vehículo para transmitir los mensajes.
El primero formaba parte de un espectáculo que acompañaba a la Vuelta a España, y el segundo, en 2007, como parte de las iniciativas para acercar el EuroBasket a los niños. La dirección artística de ambos la llevó a cabo el maestro titerero (que no titiritero, como él mismo corrige siempre) Alberto Díaz de la Quintana. El espectáculo se denominaba “Gran Guiñol”, porque las figuras medían 1,20 m de alto y el escenario tenía 20 metros de largo y 6,5 de ancho. Los aforos se llenaban en casi todas las sesiones y los niños tenían un papel muy activo en el espectáculo.
El primero formaba parte de un espectáculo que acompañaba a la Vuelta a España, y el segundo, en 2007, como parte de las iniciativas para acercar el EuroBasket a los niños. La dirección artística de ambos la llevó a cabo el maestro titerero (que no titiritero, como él mismo corrige siempre) Alberto Díaz de la Quintana. El espectáculo se denominaba “Gran Guiñol”, porque las figuras medían 1,20 m de alto y el escenario tenía 20 metros de largo y 6,5 de ancho. Los aforos se llenaban en casi todas las sesiones y los niños tenían un papel muy activo en el espectáculo.
Por supuesto, no es necesario hacer un despliegue semejante para que
nuestros alumnos disfruten con este recurso.
En la actualidad la literatura folklórica sobrevive en una
sociedad que amenaza seriamente su esencia. Hoy en día las familias ya no se
reúnen como antaño al amor de la lumbre a contar historias, sino que vivimos en
un mundo dominado por la tecnología y los grandes medios de comunicación. Un presente
en el que todo está documentado, ya sea en texto o de forma audiovisual. Y por
suerte o por desgracia, inmediatamente indexado en ese Gran Hermano que se
inventó George Orwell en “1984” y que hoy se llama Google. Así, las versiones
quedan fijadas, y muchos casos, difundidas masivamente por vía de los medios
masivos (cine, televisión, radio…) o bien a través de las plataformas digitales
(blogs, youtube, etc), Esto ataca directamente a las tres características
principales del folklore, que son la oralidad, la diversidad de versiones y el
anonimato.
Todas las sociedades del mundo sin excepción poseen su
propio folklore. Esto es un hecho histórico universal, no hay civilización ni cultura
sin transmisión de tradiciones e historias. Si comparamos unas con otras,
encontramos peculiaridades propias de los entornos geográficos o de las
costumbres propias, pero los argumentos o personajes prácticamente iguales. Hacer
una comparativa de cuentos, mitologías, leyendas… sería objeto de toda una
tesis. Para dar un par de muestras, el cíclope de la mitología griega aparece
también en los relatos de las montañas navarras. Por no mencionar los dioses “calcados”
de las mitologías griega y romana (se puede consultar la tabla de
equivalencias en Imperium.org ),
y que además nos recuerdan vagamente al conjunto de santos cristianos.
BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS
utilizadas en la elaboración de este artículo:
utilizadas en la elaboración de este artículo:
Fábulas de
Lafontaine. Ed. Susaeta.
Bravo-Villasante, C. (1976) “Una, dola, tela, catola, el libro del folklore infantil”. Ed. Miñón.
Labajo, I. (2008): “Simbología de los cuentos folclóricos” (material colgado en Luvit - Presentaciones)
Rodríguez Almodóvar, A. (1984): “II Cuentos al amor de la
lumbre”. Ediciones Generales Anaya.
Tatar, M. (2012): “Los cuentos de hadas clásicos
anotados”. Editorial
Crítica, colección Ares y Mares.
Visita al Museo de las Brujas, Zugarramurdi, Navarra. En él
se incluye una amplia descripción de la mitología vaco-navarra, y se refleja
cómo las mujeres eran el pilar de los hogares, y una de sus funciones más
valoradas era la transmisión de la cultura, las tradiciones, los cuentos… He
aquí el pie de una de las fotografías históricas, donde se explica mucho mejor:
Perfecto. Un gran tragabo. Enhorabuena.
ResponderEliminarBrutal. Impresionante trabajo, me dejaste sin palabras. Me ha encantado tu paralelismo entre 1984 y Google (no lo digamos muy alto, que nos oyen). Y me ha gustado mucho tu recomendación de la "web de chocolate" (aunque su estética es bastante cutre, los contenidos y los recursos son estupendos).
ResponderEliminarGracias por todo, Mónica.