Se me dilatan las pupilas sólo de pensar que voy a disponer
de un hueco para inocular a mis alumnos el germen de la pasión por la lectura. De hecho, en las prácticas
realizadas en hasta el momento, la “animación a la lectura” tiene entidad propia dentro del horario lectivo, no sólo como una parte de la materia de Lengua. Se toman textos infantiles y se trabaja sobre ellos, haciendo que los niños se introduzcan en la historia, completen el argumento, planteen finales alternativos, se identifiquen con los personajes… todo ello comentado o, mejor aún, escenificado. Y lo cierto es que disfrutan muchísimo.
En la última ley de educación vigente hasta hace unos días, la LOE de 2006, se establecía que "A fin de fomentar el hábito de la lectura se dedicará un tiempo diario a la misma." En la recién aprobada LOMCE esta disposición no aparece, esperemos que venga detrás un Real Decreto que desarrolle el currículo y que, en esa búsqueda de la excelencia y los resultados que pretende esta nueva ley, no se olviden de la importancia fundamental de la lectura para conseguirlo.
La experiencia hasta la fecha y mi propia subjetividad
suponen una barrera, sin embargo. A medida que empiezo a escribir se me ocurre
una hipótesis para la que no había pensado (hasta ahora) soluciones: ¿qué hacer
con alumnos desmotivados, a los que no les apetezca, o directamente, no les
guste leer?
Como ante cualquier reto o problema, me parece importante ir a las raíces: ¿dónde está el origen de un no-lector? En el bloque de la
asignatura se apuntan varias razones: por falta de costumbre, por falta de
interés o por falta de tiempo. Acepto las dos primeras, que tienen origen
directo en factores educativos y, por tanto, podemos incidir como maestros. Sin
embargo, no comparto la tercera. El lector (lector de verdad) que no tiene
tiempo, lee menos cantidad, pero lee, de forma continua. Y encadena. Es decir, siempre
tiene un libro cerca esperando a que se terminen las últimas páginas del
actual.
Entonces, ¿qué podemos hacer para neutralizar los dos
primeros factores? En primer lugar, seleccionar muy bien los textos, y después,
ofrecer un enfoque interesante para los niños. Tienen que disfrutar de todo lo
que la lectura ofrece. La manera de disfrutar evolucionará con los años, igual
que lo hacen las capacidades neurológicas y el desarrollo cognitivo y emocional.
Que un texto guste o no, no depende tanto de la calidad del
mismo, sino de la fuerza con que la historia conecta con nuestra emoción. Esto
vale tanto para niños como para adultos. Factores como el argumento, los
escenarios donde se desarrolla la acción o las propias características de los
personajes son fundamentales en este sentido. Leer es una actividad casi mágica
que posibilita al lector entrar en la
piel de los protagonistas (incluso de los antagonistas, ¿por qué no?). Se
activan automáticamente mecanismos psicológicos de identificación y aspiración que ayudan al niño a situarse en el mundo, definir su identidad, relacionarse socialmente, marcarse objetivos, etc.
Tal y como lo expresa Yolanda Reyes (2005), “la lectura supone más que un mero
conjunto de habilidades secuenciales, y más allá del acto pasivo de saber qué
dice un texto escrito, implica un complejo proceso de diálogo y de negociación
de sentidos, en el que intervienen u autor, un texto – vebal o no verbal – y un
lector con todo un bagaje de experiencias previas, de motivaciones, de
actitudes y de preguntas, en un contexto social y cultural.”
Leer es, sin duda, algo muy diferente a pasar la vista por
encima de los renglones o descifrar una serie ordenada de símbolos. ¿Cuántas veces nos ha pasado, estudiando, o incluso leyendo una novela, ir pasando
hojas de forma mecánica, y en un momento dado tomar conciencia de que no nos
hemos enterado de nada? Todo lo contrario, leer supone que el lector vive la historia en su
imaginación y apenas es consciente de que hay unas letras formando palabras delante
de él. Para eso es necesario un determinado nivel de competencia lectora, y alcanzarlo es el verdadero objetivo al trabajar con los alumnos la animación a la
lectura.
Es necesario trabajar diferentes técnicas de lectura,
orientadas distintas metas. Desde lo más básico, leer de diferentes maneras:
individualmente, en silencio y en voz alta, o en grupo, en voz alta, y haciendo
pausas para reflexionar y comentar lo leído.
En este punto, si no están habituados a compartir las
interpretaciones sobre los textos, podemos encontrarnos que las aportaciones
más interesantes puedan no lleguen a salir a la luz por miedo a ser objeto de burla (especialmente en los cursos más
avanzados). Si esto sucede, el niño que es buen lector se sentirá avergonzado y
se guardará para sí ideas o pensamientos de gran valor para el trabajo del
aula. Como maestros, debemos establecer unas bases trabajo continuo y
naturalidad para que esto no suceda. Es fundamental que pongamos todos los
medios para alimentar la motivación de todos, incentivar las mejores
reflexiones y favorecer el intercambio.
Hay multitud de actividades que se pueden llevar a cabo como
parte del proceso de animación a la lectura. El siguiente esquema aparece en
un artículo de Susana García Muñiz:
Como se puede observar, incluye actividades dentro y fuera
del aula. Es muy importante romper la separación entre el aula y el resto de
los escenarios de la vida de los niños, para que la lectura no se quede aislada
dentro del ámbito de la escuela. En este sentido, varias
de las actividades incluyen salidas, actividades de ocio, involucran a las
familias y acercan a los alumnos a los autores de las obras. Todo esto además
de generar una continuidad entre los distintos contextos, alimenta el interés de los alumnos.
Podemos encontrar más ideas, en el portal Palabras Azules,
como el apadrinamiento lector, donde se involucra a niños de cursos superiores para que apadrinen la lectura
de un compañero más pequeño; la escritura de cartas a personajes de un cuento, o el juego de “sigue tú”, donde el alumno
escribe una historia a partir de un punto concreto.
También se ofrecen buenas ideas en la sección
de Bibliotecas de Madrid, en la web del Ayuntamiento:
Con todas estas alternativas (y muchas más que ofrece internet bucando "actividades de animación a la lectura"), no tenemos excusa para que se escape un sólo alumno de nuestras manos sin que le guste leer. Personalmente, lo consideraría un fracaso.
Otras fuentes y
referencias utilizadas:
EFE Salud (23/4/2013): “Lectura, perfecta gimnasia cerebral”. Recuperado en eenero de 2014 de: http://noticias.lainformacion.com/salud/enfermedades/lectura-perfecta-gimnasia-cerebral_JUt3bz7YuyJQuXZsvdN6j5/
GARCÍA MUÑÍZ, Susana: Las mejores actividades de animación a la lectura. Propuestas para infantil y primaria. (A su vez incluye una extensa relación de fuentes consultadas) http://web.educastur.princast.es/proyectos/abareque/web/images/stories/articulos/Suroccidente/mejores_actividades_lectura2.pdf
“Lectura y Educación”. XXVI Seminario interuniversitario de
la teoría de la educación. Departamento de Pedagogía Sistemática y Social.
Universidad Autónoma de Barcelona. 2008.Recuperado en enero de 2014 de:
Palabras azules: Animación a la lectura: http://azulespalabras.webnode.es/animacion-a-la-lectura/primaria/
Perfecto.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu artículo. Estoy de acuerdo contigo en que la animación a la lectura es fundamental y en que no hay que buscar las razones de que muchos niños no lean en la falta de tiempo sino en otros factores entre los que se encuentran los educativos. Gracias por todas las ideas y documentación que aportas para mejorar la animación lectora en las aulas.
ResponderEliminarAna Marta Rodríguez
Algunos de los enlaces que has adjuntado me habrían venido fenomenal para alguno de mis articulos. Fantástico todo.
ResponderEliminarPD: Mucho confías tu en los reales decretos...